viernes, 21 de noviembre de 2014

Los posibles beneficios del nuevo sistema ferroviario peruano

Por Juan Enrique Sánchez, Gerente del Centro de Finanzas Corporativas de MAXIMIXE

Hoy en día a nadie le queda duda que el ferrocarril es el sistema más apropiado para el transporte de carga de la industria pesada y de alto volumen por excelencia. La mayor parte de los países del mundo tienen una visión del ferrocarril como un sistema interconectado no solo físicamente sino a nivel de tarifas, intercambio de equipos y de sistemas tecnológicos; y para hacer más eficiente dicho sistema y garantizar la competencia, es saludable que se adjudiquen en concesión al sector privado tramos específicos del sistema ferroviario a diferentes empresas; no obstante ello, dicho sistema debe tener planes de desarrollo integrales y en donde los mismos concesionarios se complementen en algunos tramos.

México es un excelente ejemplo de los beneficios generados por un sistema ferroviario eficiente y competitivo, en dicho país los ferrocarriles pueden ser complementarios, cuando una carga se origina en las vías de un ferrocarril y tiene como destino final una localidad ubicada en las vías de otro ferrocarril. En otros casos, se convierten en competidores, cuando la carga origina y termina en puntos servidos por dos o tres ferrocarriles distintos. Como caso ilustrativo, supongamos que existe carga saliente de la Ciudad de México con destino a Estados Unidos. Para tal carga hay tres opciones interesantes. Primero, se puede salir por el paso fronterizo en Nuevo Laredo, Tamaulipas, con el ferrocarril TFM. 

Como segunda opción, se pueden usar las líneas de Ferromex, para salir por cualquiera de los pasos fronterizos que éste ferrocarril tiene, por ejemplo, Piedras Negras, Coahuila. Por último, la tercera opción es salir por el sur con Ferrosur hacia el puerto de Coatzacoalcos, Veracruz, para abordar el ferro buque de CG Railway hacia New Orleans, atravesando el Golfo de México. Esta competencia genera garantías para el cliente en cuanto a calidad de servicio y nivel de tarifas, especialmente en el caso de puertos y grandes centros productivos.


En la actualidad, en donde las sinergias y las economías de escala son claves para mejorar la competitividad de las industrias, no es descabellado pensar en integraciones de sistemas ferroviarios con países vecinos. En América Latina y el Caribe hay 38 empresas de ferrocarriles de carga, de los cuales 32 tienen gestión privada y seis gestión pública. Hay cinco en Chile, dos en Bolivia, dos en Perú, dos en Colombia, una en Costa Rica, siete en México, una en Cuba, una en Panamá, una en Venezuela, nueve en Brasil, seis en Argentina y una en Uruguay. Las privadas movilizan el 39% del tonelaje ferroviario latinoamericano.

Entre 1999 y 2012, en su conjunto, los países de América Latina crecieron un 54%. Mientras que el tráfico ferroviario en esas 38 empresas creció cerca del 79% y las toneladas-kilómetro (toneladas por distancia) crecieron 97%. El tráfico ferroviario de carga creció más que las economías. Además, la distancia media de los envíos creció. En Brasil, el tráfico creció el doble que la economía. En México, la economía creció 34% y el tráfico 53%. En Chile, el tráfico y la economía han crecido prácticamente de la misma manera, mientras que en Argentina, la economía creció cerca del 70% y el tráfico ferroviario 16%. 

Los tres mejores concesionarios argentinos son Nuevo Central Argentino, Ferro Expreso Pampeano y Ferrosur. Si tenemos en cuenta su comportamiento, el crecimiento fue del 44%. El sistema ferroviario argentino mueve 22 millones de toneladas, y Brasil concentra una porción sustancial del tráfico: 560 millones de toneladas. El segundo sistema ferroviario de América Latina corresponde a México, que transporta más de 100 millones de toneladas. El tercero es Colombia. Hay un conjunto de países que tienen tráficos menores: Chile (10 millones), Bolivia (dos millones), Uruguay (un millón), Costa Rica (200 mil toneladas). 

Brasil y México, juntos, mueven más del 80% del tráfico ferroviario de América Latina. En Brasil la participación del ferrocarril en el transporte terrestre de cargas es del 30%, en México del 25%, en Colombia del 17%, en Chile del 6%, y en Argentina solamente del 5%, mientras que el camión mueve el 95%. Del total de las cargas que se transportan por ferrocarril, dos terceras partes corresponden a minería, mineral de hierro y carbón. El 13% de las cargas son granos, cereales y productos alimenticios; 4% materiales de construcción, y 3% combustibles, petróleo y derivados.
Estados Unidos es el sistema ferroviario más exitoso y rentable del mundo. 

Representa un cuarto del tráfico ferroviario mundial. Tiene 150 km de líneas y logra una de las mejores participaciones del ferrocarril frente al camión: 40%. Si uno agrupa los tráficos de Estados Unidos, después del carbón, el grupo de productos más importantes son los químicos y sus relacionados. Esta industria moviliza por ferrocarril tráficos masivos: 160 mil toneladas anuales, lo que representa el 10% del tráfico total ferroviario y el 14% de los ingresos de la industria. Aporta ingresos por US$ 10 mil millones por año. A su vez, Estados Unidos penetra en México. 

Las redes ferroviarias en México, Estados Unidos y Canadá están totalmente integradas. El 40% del tráfico que mueve México es de importación y de exportación con Estados Unidos. Llevan desde automóviles hasta cerveza Corona (dos millones de toneladas de cerveza Corona salen de México por ferrocarril hacia USA cada año). México mueve el 6% de su tráfico total, 7 millones de toneladas en productos químicos y petroquímicos.

En el Perú a partir del 2016 se empezaría a desarrollar el sistema ferroviario peruano si el MTC cumple con concluir en el 2015 el Plan Ferroviario ofrecido. Se espera que dicho sistema contribuya a mejorar la competitividad de la cadena logística del transporte del país. Será valioso que en dicho Plan el sistema ferroviario sea conceptualizado no solo como un sistema que busca integrar el transporte entre las 50 cadenas logísticas que se han identificado al interior del país, sino también como un vehículo, que, mirando a futuro, busque integrarse al transporte transfronterizo con los países vecinos ad portas de la entrada en vigencia de la Alianza del Pacifico. Si dicho sistema resulta exitoso, en 10 años las economías que integran dicha Alianza quedará doblemente fortalecida.

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